El de esta noche con Unión será el partido más importante de la era Falcioni: una derrota y una Bombonera en contra pueden acabar con el ciclo del DT. Increíble...
Rehén de las operaciones y los intereses políticos. Rehén de la ferocidad mediática. Rehén de los cuestionamientos dirigenciales. Rehén de los directivos que nunca pierden y siempre critican. Rehén de los reproches, todavía privados, de algunos jugadores disconformes. Rehén de los refuerzos estrella que tanto pidió y tan poco rinden. Rehén de la mediocre campaña en el Clausura. Rehén de una gira que lo debilitó. Rehén de su escasa autocrítica. Rehén de un plantel (varios integrantes se repiten) que ya se deglutió a cuatro técnicos en los últimos dos años. Rehén de sus decisiones erróneas. Rehén de sus planteos equivocados. Rehén de un club que hierve. Y que esta noche puede destapar la olla...
Julio Falcioni quedó al borde del abismo. Por responsabilidad propia y ajena, hoy dirigirá el partido más importante desde que llegó a Boca. Una derrota frente a Unión, ante una Bombonera que oficiará de plesbicito, podría sellar su despedida. El vicepresidente segundo Juan Carlos Crespi, aun si se consideraran sus declaraciones como parte del agite político que se respira en los pasillos, sólo hizo público lo que la mayoría de los dirigentes piensa en privado. “El plan B” mencionado por Crespi podría ser realidad si el equipo pierde, juega mal, la gente da su veredicto y a Ameal, quien respaldó al técnico, no le queda otra alternativa que echarlo. Su personalidad y su espalda no se infieren aptas como para soportar el voto negativo del público y la presión del resto de la Comisión Directiva. El presidente habló el sábado con el DT y escuchó sin intermediarios: “Cuando usted no esté conforme, écheme”.
Falcioni se mantiene firme en su postura de no renunciar aun en el peor escenario. Se siente víctima de la rosca política y hasta con sus íntimos le cuesta admitir que la performance es baja. Se escuda en aquello de “una derrota en 14 partidos”, justificación inconsistente y liviana para el semejante monstruo mundial que dirige.
La relación con el plantel se enrareció. A las quejas normales en cualquier grupo de los que no son tenidos en cuenta, se agregan las voces disidentes de los pibes que se ven tapados y desvalorizados. Hay un episodio que, contextualizado, refleja la coyuntura del vínculo: el viernes hubo asado y el plantel, incluso enterado (a último momento) de que se había suspendido el habitual almuerzo del entrenador con los cancheros, no lo invitó.
El futuro puede quedar reducido a 90 minutos. La Bombonera, históricamente reducto inexpugnable, hoy hablará y latirá al ritmo de la gente. En la última presentación en casa, en la despedida de Martín Palermo, el técnico recibió una estruendosa silbatina que lo golpeó mucho. Esta noche necesita un triunfo. En la 2ª fecha del campeonato, Falcioni juega una final. Así estamos...
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